Entrada para el Concurso de Relatos de Disney
Enviado por Carolina Tovar
Colombia
En mi vida hay muchas cosas que no recuerdo muy bien de mi infancia pero hay algo que recuerdo bastante bien, y es el día en que me dijeron mis papás que íbamos a ir a Miami y a los parques a conocer a Mickey, tenía 9 años, y estábamos planeando un viaje de ensueño con mis papás. Iba a ser una locura. Yo sólo imaginaba el instante en que Mickey y Donald me dieran ese inmenso abrazo cariñoso que tanto anhelaba.
Llegó el tan anhelado día del viaje. Mi hermanito tenía sólo 2 años y era muy inquieto. Teníamos pensado partir a Orlando la segunda semana de nuestra estancia allá. Una soleada mañana de verano estando en la casa a la hora del desayuno por correr en el corredor de la casa se descalabró muy fuerte, toco salir a buscar un hospital para que le pusieran puntos. Por cuenta del angelito no pudimos ir a los parques de Orlando, tocó cancelar. Ahí empezó mi adicción con todo lo que tiene que ver con Disney.
No haber podido ir en ese momento fue un golpe muy duro para mí, y calladita sólo pensaba que algún día se me volvería a presentar la oportunidad. Cada vez que pensaba en mi futuro lo único que quería era ir a Disney. Tenía muchas cosas que me recordaban mi sueño. Las películas, muñecos de peluche, y sobre todo una imaginación inmensa donde yo siempre estaba en el castillo con todos los personajes solo pensaba “algún día…”
Mi sueño pasó a un segundo plano cuando empecé la universidad, me gradué de mi primera carrera e inicié mi segunda carrera en empecé a salir con el hombre más increíble que había podido conocer en mi vida. Y sorpresa también era un fan inmenso de Disney y sobretodo de Donald Duck, se identificaba plenamente con él. Era maravilloso compartir mi sueño con alguien y volver a pensar en ese “algún día…” Mi noviazgo con él fue un poco rápido y por cosas de la vida quedé embarazada de mi hermosa hija, cada regalo y muñeco que le compraba a mi chiquita tenía que ser de Disney, ahora mi sueño no sólo era ir yo también incluía ir con mi marido y mi hija.
Cuando ella tenía 4 años estando en vísperas de Navidad nos sorprendió un regalo del niño Dios anticipado donde tenía los tiquetes y las reservaciones en los hoteles Disney y todo incluido para pasar la Navidad en los parques, nos habíamos portado muy bien y salíamos para Miami el 19 de Diciembre; yo no me la creía. Finalmente mi sueño se iba a volver realidad y lo iba a hacer realidad con mi familia .
El 19 de Diciembre salimos para Miami de ahí tomamos un carro para subir a Orlando, el corazón lo tenía a punto de explotar, la emoción no me cabía en el cuerpo estaba tan feliz de llegar y ver todo con lo que había soñado, mi hijita y mi marido compartían cada emoción conmigo. Al llegar al aeropuerto de Orlando, nos dirigimos al counter de Disney donde tomamos un bus de la organización que nos llevaría al All Star Sports Resort donde estaríamos por las próximas tres semanas. No sé quien estaba más emocionado mi marido, mi hija o yo, no me cabía el alma en el cuerpo de la emoción. Con cámara en mano y llena de emoción entramos al complejo donde veía que todo me daba la bienvenida a mí, era como si también me hubieran estado esperando por todos estos años.
El claro de la mañana era hermoso, todo brillaba y parecía cubierto de polvo de estrellas, mi hijita brincaba de la emoción, a mi marido nada le quitaba la sonrisa de su cara y yo no podía contener la lagrimas de la emoción; al llegar a Magic Kingdom esperamos algo más de una hora frente a la puerta de entrada, se estaba empezando a llenar de gente que le gustaba madrugar. La espera estaba llegando a su fin, estábamos ahí y era algo indescriptible. De repente el maestro de ceremonia nos dio la bienvenida acompañado de la hermosa música característica de Disney Parks, el sonido de un tren que se acercaba hizo que el corazón palpitara cada vez más rápido, la música, la magia, el sonido del tren, y ahí estaban ellos, Mickey, Donald, Goofy, Minnie, Daisy, Pluto, Wendy, Peter Pan, Hook, todos ellos salían a recibir a los invitados a la magia. No podía ni sostener la cámara, entre lágrimas y mucha emoción. Estaba frente a lo que siempre había soñado. Ese fue el día más feliz de mi vida, lo recuerdo con muchísimo cariño y desde entonces no hay otro destino diferente para mis vacaciones.
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