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La casa de UP en el mundo real

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Seguro que sabes (o al menos has oído mil veces) que el dinero no da la felicidad, y eso mismo piensa la protagonista de nuestro artículo. Han pasado 6 años desde que Disney/Pixar nos presentó Up, un emotivo poema visual como nunca habíamos visto hasta ese momento.

Es posible que la película te guste más o te guste menos (sobre gustos no hay nada escrito), pero sin duda hay tres minutos, desde que nuestro protagonista Carl se casa hasta el último aliento de Ellie, que quedarán guardados en el baúl de las mejores secuencias del cine, en los que el equipo de Pixar nos enseñan las ilusiones, desengaños, alegrías y penurias que una pareja normal estable pasan a lo largo de su vida…

Esquematizando la historia, recordaréis que Carl Fredricksen es un viudo anciano cascarrabias que vive en una pequeña casa en medio de una zona en plena expansión urbanística.
Carl se resiste a vender su casa, ya que en ella permanecen sus más queridos recuerdos.
Las presiones de los magnates de la construcción cada vez son más fuertes, hasta que un día por un pequeño incidente Fredricksen es finalmente expulsado de su casa en dirección a una residencia.
Imagen cortesía Walt Disney Pictures
Antes de llegar ese momento el ingenioso anciano desea cumplir la promesa que hizo con su mujer y visitar Cataratas del Paraíso, para ello hincha con helio centenares de globo y consigue hacer volar la casa con esa meta.
Como sabéis la casa es más que simple attrezzo; es en sí mismo un importante personaje de la historia.
Pues resulta que hay una casa centenaria que podría ser perfectamente la de la película.
Edith Macefield, una valiente octogenaria, vivía felizmente en su pequeña casa situada en Seattle, hasta que un buen día acudieron unos promotores inmobiliarios con la intención de comprar su adorable hogar.
Imagen propiedad Edith Macefield House Facebook
Edith se negó rotundamente, pero la empresa promotora en 2006 ascendió su oferta a un millón de dólares (más otras ofertas), una cifra nada desechable para la inmensa mayoría de los mortales, pero la anciana era de otra pasta y dijo:
«Yo no quiero mudarme. No necesito el dinero…El dinero no significa nada.»
A partir de ese momento Edith se hizo popular y su casa también. La construcción siguió tomando forma, pero a la mujer no le importaba lo más mínimo. Que hacían ruido, pues ella le subía más volumen al televisor, no había problema como declaró a un medio local:
«Pasé por la Segunda Guerra Mundial, el ruido no me molesta.»
Al final de la construcción, el bungaló de poco más de 50 metros cuadrados, quedó empotrado en una pequeña parcela rodeada de muros de hormigón pertenecientes a edificios comerciales enormes, donde la rebelde anciana continuaba su cotidiana vida convirtiéndose en toda una héroe en su localidad.
La vieja mujer siguió viviendo en ella hasta el 2008, cuando a la edad de 86 años murió a causa de un cáncer de páncreas.
Después del fallecimiento la casa fue heredada por Barry Martin, el superintendente de alto nivel que llevaba el proyecto de construcción del área comercial y gran amigo de la señora.
La amistad surgió poco a poco, empezó con un simple saludo, luego hubo interesantes charlas, Martin se preocupaba de reservarle cita a Macefield para la peluquería o al médico, llevarle alimentos, etc.
Imagen propiedad de Barry Martin
Lo cierto es que se creó una gran amistad entre los dos, hasta el punto que Martin fue el encargado de realizar el último deseo de la anciana, el de descansar para siempre en el sofá de la antigua casa.
Poco tiempo después Barry vendió la casa con la condición de que no la derribaran. La empresa que la adquirió tenía un plan para elevar la casa y construir un parque debajo. Cuando la empresa comenzó a trabajar, no fueron capaces de conseguir la financiación necesaria y dejaron de pagar sus préstamos, por lo que se fueron a la ejecución hipotecaria.
A principios de año, la casa salió a subasta pero no hubo postores. La página web nobsbroker.com dice literalmente:
«Lamentablemente, se ha hecho evidente que el uso de la casa en su actual ubicación con fines comerciales o residenciales se enfrenta a demasiados obstáculos en el código de construcción de la ciudad y demasiada burocracia para ser económicamente viable. Como resultado, el vendedor ha decidido donar la casa con preferencia a las organizaciones sin fines de lucro y luego vender la tierra.»
Aunque la verdad que el vendedor también tiene unas condiciones para venderlas, léanse aquí.
Edith Macefield fue una mujer fuerte con gran personalidad, aprendió música y varios idiomas cuando era una niña. Antes de finalizar la secundaria se alistó en el servicio militar (hay rumores que cuentan que llego a ser espía), pero fue descubierta una vez estaba en Inglaterra, entonces se dedicó a cuidar huérfanos de guerra hasta que su madre se puso enferma y volvió a casa para cuidarla.
Odiaba las residencias de ancianos, decía que eran lugares repugnantes, lo vio con su madre.
Lo cierto que está implacable ancianita pasará a la historia como la auténtica propietaria de la casa de UP!
Todo un ejemplo a seguir.
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Este artículo apareció primero en http://www.DisneyAdictos.com.
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